David era capaz de mostrar gran emoción, como lo hizo en el caso de la muerte de Jonatán y Saúl, y en la muerte de Absalón, pero en ninguna parte del texto se hace mención de que haya sentido afecto hacia sus padres y hermanos, y tampoco hacia sus esposas, ni siquiera a Bathsheba por la cual no sintió amor sino unicamente deseo sexual. Tampoco reaccionó cuando Amnón violó a su hija Tamar, o cuando Absalón mató a Amnón, su hijo primogénito.
David es amado por los demás, pero no expresa amor hacia nadie, (a excepción de su hijo Absalón después de su muerte). Mijal, su primera esposa lo amaba, pero la Biblia no menciona que David la amaba a ella. En realidad al final se odiaron mutuamente, y ella murió sola y sin hijos.
Es interesante que Mijal es la única mujer en toda la Biblia de la cual se relata que ama a un hombre. Por lo general, como en el caso, por ejemplo, de Isaac y de Jacob, la Biblia menciona que ellos amaban a Rebeca y a Raquel, respectivamente, pero en ninguna parte la Biblia dice que las mujeres lo amaron, con excepción de Mijal.
La historia menciona que Jonatán amaba a David, pero no menciona que David amaba a Jonathan. Incluso en su hermosa elegía, cuando se enteró de la muerte de Saúl y Jonatán, David dijo: «Tu amor por mí era más precioso que el amor de las mujeres», y no «mi amor por ti».
David en el judaísmo.
El judaísmo considera a David como el rey ideal, el más brillante líder en la historia del pueblo judío.
Aunque David estaba lejos de ser un santo, Dios lo eligió a él y a sus descendientes para gobernar el reino de Judá. Fundó una dinastía que reinó durante más de cuatro siglos, desde el año 1000 antes de la era actual hasta el año 587, un período durante el cual reinaron 20 descendientes de David.
Es gracias a David que Jerusalén es el centro religioso de la vida judía. Hizo al traer el arca de Dios a la ciudad y fue él quien preparó los planos de arquitectura para la construcción del Templo (que, después de su muerte, fue construido por su hijo Salomón). Desde entonces los judíos rezan en dirección a Jerusalén.
La tradición judía considera que David es el autor de más de la mitad de los Salmos, los poemas religiosos más sublimes de la literatura universal.
Respecto a su adulterio con Bathsheba y el asesinato de su marido Urías, el Talmud dice que David es inocente de los dos pecados. No hubo adulterio porque la ley de la Torah requiere un hombre que iba a la guerra debía divorciarse de su esposa, ya que si moría en la batalla y nadie era testigo de su muerte, ella podría volver a casarse. Si el guerrero volvía sano y salvo se casaba con ella de nuevo.
Por lo tanto, según el Talmud, David no cometió adulterio porque Bathsheba, en ese momento, no estaba casada sino divorciada.
Con respecto a la muerte planeada de Urías, el Talmud dice que no fue un asesinato, sino un castigo por haber cometido actos de traición (no mencionados en la Biblia) y porque trató a David con falta de respeto (hecho tampoco mencionado en la Biblia).
David en el cristianismo.
El cristianismo recibió del judaísmo el concepto del Mesías y la creencia en que el Mesías debía descender del rey David. Los cristianos interpretan varias profecías del Tanaj como refiriéndose a Jesús y a su descendencia de David. Se le atribuye 14 generaciones hasta la destrucción del primer templo y nuevamente 14 generaciones desde el regreso de Babilonia hasta Jesús. A propósito, David en guematria ( la relación de números y letras en el idioma hebreo) es 14.
Para la religión cristiana la prueba de que Jesús es el Mesías es que desciende del rey David. Los Evangelios de Mateo y Lucas presentan genealogías detalladas que no coinciden entre sí.
La genealogía de Mateo continúa con Salomón y los reyes de su dinastía y luego termina con José, el padre legal, pero no el padre biológico de Jesús. Esto, según la teología cristiana, le da derecho legal a Jesús de ser el sucesor del rey David.
En el Evangelio de Lucas la descendencia de David no es a través de Salomón, sino a través de Natán, otro de los hijos de David, y llega hasta la virgen María, la madre biológica de Jesús, lo cual da a su hijo Jesús el derecho de sangre para ser rey.
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